viernes, 6 de noviembre de 2015

El Diablo con los Tres Pelos de Oro

El Diablo con los Tres Pelos de Oro 

Había una vez una pobre mujer que dio a luz a un pequeño niño, y como el niño nació con una membrana sobre su cabeza, le predijeron que a sus veinte años él tendría a la hija del rey por esposa. Sucedió que poco después el rey bajó a la villa, y nadie sabía que era el rey, y cuando preguntó a la gente que noticias nuevas había, contestaban:
-"Acaba de nacer un niño con una membrana en su cabeza, y quien quiera que nazca con eso tendrá muy buena suerte. Y le han profetizado, también, que cuando cumpla sus veinte años, obtendrá a la hija del rey por esposa."-
El rey, quien tenía un duro corazón, se enojó con lo de la profecía, fue donde los padres de la creatura, y aparentando gran amistad dijo:
-"Ustedes, pobre gente, permítanme tener a su niño y yo cuidaré de él."-
Al principio ellos rechazaron la oferta, pero cuando el extraño les ofreció una gran cantidad de oro, pensaron:
-"Es un niño con suerte, y cualquier suceso siempre se tornará a su favor."-
Y al fin consintieron y le dieron al niño.
El rey lo puso en una cesta y viajó con él hasta llegar a un profundo río. Entonces tiró el cesto al agua y pensó:
-"He librado a mi hija de su inesperado pretendiente."-
Sin embargo el cesto no se hundió, y flotó como un bote, y ni una gota de agua entró en él. Y navegó como dos leguas más abajo hasta llegar a un molino donde entró en una de las tomas de agua del molino. Un joven que trabajaba en el molino, que por casualidad estaba por ahí en ese momento, lo vio, y con un gancho lo jaló y lo sacó del agua, pensando que contenía un gran tesoro, pero cuando lo abrió encontró al precioso niño adentro vivito y contento. Se lo llevó entonces al molinero y su esposa, y como ellos no tenían niños se complacieron y dijeron:
-"Dios nos lo ha enviado -"
Y ellos cuidaron adecuadamente al niño, quien creció lleno de cariño.
Sucedió que años mas tarde, en una gira del rey, éste llegó al molino, y le preguntó al molinero y su esposa si ese alto joven era su hijo.
-"No"- contestaron, -"Él fue encontrado. Hace veinte años él flotaba sobre las aguas del río en un cesto y llegó al molino. Mi ayudante lo jaló y sacó del agua.
Entonces el rey supo que ese no era ni más ni menos que el niño con suerte que él había tirado al agua, y dijo:
-"Mi buena gente, ¿no podría ese muchacho llevarle una carta a la reina, y yo le pagaré con dos piezas de oro?"-
-"Cómo mande el rey."- contestaron ellos, y le dijeron al joven que se alistara.
El rey escribió una carta a la reina, en la que decía:
-"Tan pronto como este muchacho llegue con la carta, mátenlo y entiérrenlo. Todo debe estar cumplido antes de que yo regrese."-
El muchacho partió con la carta, pero perdió el camino, y al anochecer llegó a un gran bosque. En la oscuridad él vio una pequeña luz, y avanzó hacia ella hasta llegar a un rancho. Él entró, y vio a una vieja mujer que estaba sentada sola junto al fogón. Cuando ella vio al joven, dijo:
-"¿De dónde vienes, y hacia dónde te diriges?"-
-"Vengo del molino"- contestó, -"y deseo llegar donde la reina, para quien le llevo una carta, pero he perdido el camino en esta foresta y agradecería poder quedarme aquí la noche."-
-"¡Oh pobre muchacho!"- dijo la mujer, -"has llegado a una cueva de ladrones, y cuando vengan, de seguro te matarán."-
-"Deja que vengan"- dijo el joven, -"no estoy asustado, pero estoy tan cansado que no puedo avanzar más."- y se acomodó sobre una banca y se quedó dormido.
Muy pronto llegaron los ladrones, y molestos preguntaron quien era ese extraño muchacho durmiendo allí.
-"¡Ah!"- dijo la vieja mujer, -"es un inocente muchacho que se perdió en el bosque, y por piedad lo dejé entrar. Él debe de llevar una carta a la reina"-
Los ladrones abrieron la carta y la leyeron, y en ella decía que en cuanto el joven llegara debía ser muerto. Entonces los duros ladrones sintieron lástima, y su líder la rompió y escribió otra diciendo que tan pronto el muchacho llegara, debía ser casado al instante con la hija del rey. Y lo dejaron dormir tranquilamente hasta la siguiente mañana. Y cuando despertó le dieron la carta, y le indicaron el camino correcto.
La reina, cuando recibió la carta y la leyó, hizo lo que estaba escrito en ella, y preparó una espléndida fiesta de boda, y la hija del rey fue casada con el joven de la suerte, y como el joven era apuesto y colaborador, ella vivió con él felizmente.
Tiempo después el rey retornó de su gira a palacio y vio que la profecía se había cumplido, y que el joven de la suerte se había casado con su hija.
-"¿Cómo habrá sucedido eso?"- dijo él, -"Yo di otras instrucciones en mi carta"-
Así pues que la reina le entregó la carta, y le dijo que podía ver personalmente lo que en ella estaba escrito. El rey examinó la carta y vio muy bien que había sido cambiada por la otra. Él le preguntó al joven que qué había sido de la carta que él le confió, y que por qué había traído otra en su lugar.
-"No sé nada de ello"- contestó, -"pudo haber sido cambiada en la noche, cuando dormí en la foresta."- 
El rey dijo molesto:
-"No vas a tener todo tranquilamente a tu manera, quien se casa con mi hija debe traerme del infierno tres pelos de oro de la cabeza del diablo. Dame lo que te pido, y podrás continuar con mi hija."-
De este modo esperaba el rey deshacerse del muchacho para siempre. Pero el chico de la suerte contestó:
-"Conseguiré los pelos de oro, no le temo al diablo"- y se alejó de ellos para comenzar su gira.
El camino lo llevó a un gran pueblo, donde el guardián de las puertas le preguntó a que venía y que conocimientos tenía.
-"Yo sé de todo"- contestó el joven.
-"Entonces puedes hacernos un favor"- dijo el guardián, -"si nos puedes decir por qué nuestra fuente del mercado, que una vez fluía vino, se ha secado, y desde entonces ni siquiera nos da agua."-
-"Ya lo sabrán"- contestó, -"sólo esperen a mi regreso."-
Y siguió su camino y llegó a otra ciudad, y allí también el guardián de las puertas le preguntó a qué venía y qué sabía.
-"Sé de todo"- contestó.
-"Entonces podrás hacernos un favor y decirnos ¿por qué un árbol en nuestro pueblo, que una vez daba manzanas de oro, ahora ni siquiera echa hojas?"-
-"Ya lo sabrán"- contestó, -"sólo esperen a mi regreso"-
Entonces prosiguió y llegó a un ancho río que debía atravesar. El botero le preguntó a qué venía y qué sabía él.
-"Sé de todo"- contestó.
-"Entonces podrás hacerme un favor"- dijo el botero, -"dime ¿por qué debo estar siempre yendo y viniendo y nunca quedar libre de esta labor?"-
-"Ya lo sabrás"- contestó, -"sólo espera a mi regreso"-
Cuando había cruzado el río encontró la entrada al infierno. Era negra y llena de hollín, y el diablo no se encontraba en casa, pero la abuela estaba sentada en una gran mecedora.

                                             -"¿Qué es lo que quieres?"- le preguntó.
Pero ella no parecía ser malvada.
-"Me gustaría tener tres pelos de oro de la cabeza del diablo"- le contestó. -"De lo contrario no podría conservar a mi esposa."-
-"Eso es un buen trabajo para solicitar."- dijo ella, -"Si el diablo llega y te encuentra, te costará la vida, pero como te tengo piedad, veré si te puedo ayudar."-
Ella lo convirtió en hormiga y dijo:
-"Métete entre los dobleces de mi vestido, allí estarás seguro."-
-"Sí"- contestó él, -"hasta ahora todo bien. Pero hay tres cosas además que debo de saber: ¿por qué una fuente que una vez fluía vino se ha secado, y ahora ni siquiera echa agua; por qué un árbol que una vez daba manzanas de oro, ahora ni siquiera da hojas; y por qué un botero debe de estar siempre yendo y viniendo, y nunca queda libre?
-"Esas son preguntas difíciles"- contestó ella, -"pero solamente quédate en silencio y quieto y pon atención a lo que diga el diablo cuando yo le arranque los tres pelos de oro."-
Cuando llegó el anochecer, el diablo regresó. No más había entrado cuando notó un cambio en el aire.
-"Me huele a carne humana"- dijo él, -"algo no está bien aquí."- 
Entonces él revisó cada rincón, y buscó y buscó, pero no encontró nada. Su abuela lo increpó:
-"Acabo de terminar de barrer y puse todo en orden, y ya estás desordenando todo otra vez; tú siempre tienes carne humana en tu nariz. Siéntate y come tu cena."-
Cuando ya hubo cenado y bebido, se sintió cansado, y reposó su cabeza en el regazo de su abuela, y al poco rato quedó profundamente dormido, roncando y respirando hondo. Entonces la vieja mujer agarró un pelo de oro, lo jaló y lo puso abajo cerca de ella.
-"¡Ay!"- gritó el diablo, -"¿Qué estás haciendo?"-
-"He tenido un mal sueño"- contestó la abuela, -"por eso me sostuve de tu pelo."-
-"¿Y cómo era el sueño?"- dijo el diablo.
-"Soñaba que en una plaza de mercado había una fuente que una vez echaba vino, pero se secó y ahora no echa ni agua. ¿Que podría haber ocurrido?"-
-"¡Ah já! ¡si lo supieran!"- contestó el diablo, -"Hay un enorme sapo sentado sobre una piedra en el pozo. Si lo mataran, el vino regresaría de nuevo."-
Él se durmió de nuevo, y roncaba que hasta las ventanas vibraban. Entonces ella desprendió el segundo pelo.
-"¡Hey, que estás haciendo!"-, gritó el diablo incómodo.
-"No lo tomes mal."- dijo ella, -"Lo hacía en un sueño."-
-"¿Y qué has soñado ahora?- preguntó él.
-"Soñaba que en cierto reino había un manzano que una vez daba manzanas de oro, pero ahora no da ni hojas. ¿Cuál crees que pueda ser la razón?"- 
-"¡Oh! ¡si lo supieran!"- contestó el diablo, -"Un ratón está mordiendo la raíz, si lo mataran, tendrían de nuevo manzanas de oro. Pero si sigue mordiendo más tiempo, el árbol entero se moriría. Pero déjame sólo con tus sueños: si me vuelves a molestar en mi dormir te jalaré las orejas."
La abuela le habló suavemente hasta que de nuevo se durmió y roncó. Entonces ella arrancó el tercer pelo de oro. El diablo saltó, rugió fuertemente, y la hubiera regañado si ella no lo hubiera tranquilizado una vez más diciéndole:
-"¿Quien podría solventar malos sueños?"-
-"¿Cuál fue el sueño, entonces?"- preguntó él, un poco intrigado.
-"Soñaba que había un botero que se quejaba de que siempre tenía que ir de uno al otro lado del río, y nunca podía liberarse. ¿Cuál sería la solución?"-
-"¡Ah, el tontito!"- contestó el diablo, -"cuando alguien llegue y desee cruzar el río, él debe poner los remos en sus manos, y este otro hombre tendrá que seguir haciendo el transporte y él quedará libre."-
En cuanto la abuela hubo arrancado los tres pelos de oro, y los tres enigmas resueltos, lo dejó tranquilo durmiendo hasta el amanecer.
Cuando el diablo salió de nuevo, la vieja mujer tomó a la hormiga de los pliegues de su vestido, y le dio al joven de la suerte su forma humana de nuevo.
-"Aquí tienes los tres pelos de oro para tí"- dijo ella, -"Supongo que oíste lo que dijo el diablo sobre tus tres preguntas"-
-"¡Sí, claro!"- contestó él, -"sí lo oí, y tendré cuidado de recordarlo."-
-"Ya tienes lo que querías"- dijo ella, -"y ahora puedes partir."-
Él le agradeció haberlo ayudado en su necesidad, y dejó el infierno muy contento de que todo salió afortunadamente bien.
Cuando volvió al río, el botero esperaba ansioso la respuesta prometida. 
-"Pásame primero"- dijo el joven con suerte, -"y entonces te diré como liberarte."-
Y cuando llegaron a la orilla contraria, le dijo el consejo del diablo:
-"La próxima vez que venga alguien que desee cruzar el río, solamente ponle los remos en sus manos"-
Siguió adelante hasta el pueblo donde estaba el manzano improductivo, y allí también el guardián esperaba la respuesta. Él le dijo lo que escuchó del diablo:
-"Maten al ratón que está mordiendo su raíz, y de nuevo dará manzanas de oro."-
Entonces el guardián le agradeció dándole dos burros cargados con oro, que siguieron tras él.
De último llegó al pueblo donde la fuente se había secado. Él le dijo al guardián lo que dijo el diablo:
-"Un gran sapo está en el pozo sobre una piedra. Deben de encontrarlo y matarlo, y el pozo de nuevo fluirá vino en cantidad."-
El guardián le agradeció, dándole también dos burros cargados de oro.
Al fin el joven de la suerte llegó a casa con su esposa, que estuvo feliz de corazón por verlo de nuevo, y de oír cuan bien había prosperado en todo. Al rey él le llevó lo que había pedido: los tres pelos de oro del diablo, y cuando el rey vio a los cuatro burros cargados con oro se puso muy contento y dijo:
-"Ahora que has cumplido con todas las condiciones, puedes quedarte con mi hija. Pero dime, querido yerno, ¿de dónde sacaste todo ese oro? ¡Es una enorme riqueza!"-
-"Remando, yo atravesé un río"- contestó, -"y allá, en la otra orilla, yacía oro en vez de arena."-
-"¿Podría yo traer también?"- dijo el rey, muy ansioso por conseguirlo.
-"Tanto como quiera."- contestó el joven.
-"Hay un botero en el río, pídale que lo pase al otro lado, y podrá llenar sus sacos."-
El voraz rey salió a toda prisa, y cuando llegó al río le pidió al botero que lo pasara. El botero se acercó y le pidió que subiera. Y cuando llegaron a la otra orilla, le puso los remos en las manos y saltó. Y de ahí en adelante, el rey tuvo que seguir remando, como un castigo a sus pecados.
¿Estará aún ahí de botero? Si lo está, es porque nadie le ha tomado aún los remos. 
Enseñanza:
Quien lanza un mal, contra él mismo retorna.

viernes, 22 de mayo de 2015

Pulgarcito





Había una vez un pobre campesino que se sentaba al anochecer junto al hogar y lo encendía, y su esposa se sentaba e hilaba. Entonces dijo él:
-"¡Qué triste es que no tengamos niños! Con nosotros todo es tan calmo, y en otras casas hay bullicio y vida."-
-"Cierto"- replicó la esposa suspirando, -"aún si tuviéramos solamente uno, y si fuera pequeñito, tan grande como un pulgar, yo estaría satisfecha, y lo amaríamos con todo nuestro corazón."-
Y sucedió que la mujer quedó embarazada, y siete meses después dio a luz a un niño, que era perfecto en su forma, pero no más grande que un pulgar. Entonces ellos dijeron:
-"Es como deseamos que fuera, y será nuestro amado niño."-
Y por motivo de su tamaño, lo llamaron Pulgarcito. Ellos le proveyeron de todo alimento, pero el niño no crecía de talla, si no que seguía del mismo tamaño, pero tenía unos ojitos vivaces, y pronto mostró ser una creatura hábil y entendida, y todo lo captaba perfectamente.
Un día el campesino se preparó para ir al bosque a cortar leña, cuando pensando en voz alta dijo:
-"¡Cómo desearía que hubiera alguien que pudiera llevarme la carreta!"-  
-"Oh padre"- gritó Pulgarcito, -"enseguida yo te llevo la carreta, confía en eso, la tendrás en el bosque en el momento apropiado."-
El hombre sonrió y dijo:
-"¿Cómo podría ser, tú tan pequeño manejando los caballos con las riendas?"-
-"Eso no es problema, padre, si mi madre les pone los arreos, yo me sentaré en la oreja del caballo y le iré diciendo qué rumbo tomar."-
-"Bien"- dijo el hombre, -"por esta vez lo intentaremos"-
 Cuando llegó el momento, la madre alistó la carreta con el caballo, y colocó a Pulgarcito en la oreja del caballo. Y entonces la creatura gritó:
-"¡Arre! ¡Arre!"-  
Todo sucedió apropiadamente como si fuera manejada por el patrón, y la carreta iba por el camino correcto hacia el bosque. Y pasó que al doblar en una esquina, cuando el pequeño iba gritando -"¡Arre! ¡Arre!"- dos extraños hombres se acercaron. 
-"¡Por Dios! dijo uno de ellos, -"¿Qué es esto? ¡una carreta que va caminando, y se oye a un carretero arreando al caballo pero no se ve a nadie!"-
-"Algo no calza"- dijo el otro, -"sigamos a la carreta y veamos a donde para."-   
La carreta, sin embargo, se internó dentro del bosque, y llegó exactamente adonde la leña había sido cortada. Cuando Pulgarcito vio a su padre, le gritó:
-"Ves padre, aquí estoy con la carreta, bájame por favor."-
El padre sostuvo al caballo con su mano izquierda, y con la derecha sacó a su pequeño hijo de la oreja. Pulgarcito se sentó graciosamente en una rama, pero cuando los dos hombres lo vieron, no supieron que decir por el asombro. Entonces uno de ellos se acercó al otro y le dijo:
-"Hark, ese pequeñín puede traernos una gran fortuna si lo exhibimos en una gran ciudad por dinero. Comprémoslo."-
Ellos fueron donde el campesino y le dijeron:
-"Véndanos a ese hombrecito. Será bien tratado por nosotros."-
-"No"- replicó el padre, -"él es la luz de mis ojos, y ni todo el oro del mundo podría comprármelo."-
Pulgarcito, sin embargo, cuando oyó acerca del negocio, agarrándose de la tela del abrigo de su padre, subió hasta el hombro y le susurró en el oído:
-"Padre, déjame ir, y yo volveré pronto"-
Entonces el padre fue con él donde los dos hombres, y recibió un buen puñado de dinero.
-"¿Dónde te sentarás?"- preguntaron ellos.
-"Oh, simplemente ponme en el ala del sombrero, y desde allí yo podré ir hacia atrás o hacia adelante mirando el paisaje, y no me caeré."-  
Ellos lo hicieron tal como lo pidió. Y cuando Pulgarcito se despidió de su padre, ellos partieron con él. Caminaron hasta que oscureció, y entonces el pequeñín dijo:
-"Bájame por favor, necesito bajar."- 
El hombre se quitó el sombrero y puso al pequeño compañero en el suelo, a la orilla del camino, y él saltó y se arrastró entre la maleza, y repentinamente se deslizó en el hueco de una cueva de ratones que él había visto. 
-"¡Buenas tardes, caballeros, pueden irse a casa sin mí!"- le gritó a los hombres, y se burló de ellos. Ellos corrieron hacia él y metieron varillas dentro de la cueva de los ratones, pero fue una labor perdida. Pulgarcito se metió más adentro aún, y cuando ya oscureció completamente, los hombres se vieron forzados a regresar a sus casas con su pesadumbre y con los bolsillos vacíos.
En cuanto Pulgarcito vio que ellos se fueron, salió del pasaje subterráneo. 
-"Es tan peligroso caminar sobre el suelo en la oscuridad"- se dijo él, -"¡tan fácil que sería quebrarse un brazo o una pierna!"-
Afortunadamente tropezó contra una concha de caracol vacía.
-"¡Gracias a Dios!"- se dijo, -"Dentro de esto puedo pasar la noche sin peligro"- y se metió en ella.
Al poco rato, cuando ya estaba a punto de dormirse, oyó a dos hombres que pasaban por allí, y uno de ellos decía:
-"¿Cómo podríamos hacer para sacarle al rico pastor su oro y su plata?"-  
-"Yo te puedo decir"- gritó pulgarcito, interrumpiéndolo.
-"¿Qué fue eso?"- dijo uno de los ladrones asustado, -"Escuché a alguien hablando."-
Ellos se mantuvieron escuchando, y Pulgarcito dijo de nuevo:
-"Llévenme con ustedes, y les ayudaré."-
-"¿Pero dónde estás?"- preguntaron.
-"Justo en el suelo, y observen de donde viene mi voz."- contestó.
Por fin los ladrones lo encontraron y lo levantaron.


 



-"¿Tú, pequeño duende, cómo tú nos vas a ayudar?"- dijeron.
-"Tengo un modo."- respondió él. -"Yo entraré a la habitación del pastor metiéndome entre las rejas, y les pasaré a ustedes lo que deseen tener."
-"Entonces ven con nosotros"- dijeron, -"y veremos que puedes hacer"-
Cuando llegaron a la casa del pastor, Pulgarcito se arrastró a la habitación, e inmediatamente gritó lo más fuerte que pudo:
-"¿Quieren tener todo lo que hay aquí?"-
Los ladrones se alarmaron, y dijeron:
-"Pero habla bajito, no vayas a despertar a alguien."-
Pulgarcito, sin embargo, actuó como si no hubiera entendido, y gritó de nuevo:
-"¿Qué es lo que quieren? ¿Quieren ustedes todo lo que hay aquí?"-
La criada, que dormía en la habitación contigua, oyó aquello y se sentó en la cama, y siguió escuchando. Los ladrones sin embargo, con su temor se habían alejado un poco, pero al final tomaron coraje y pensaron:
-"Ese pequeño pícaro quiere burlarse de nosotros."-
Ellos regresaron y le susurraron:
-"Ven, sé serio, y pásanos algo a nosotros."-
Entonces Pulgarcito de nuevo gritó tan fuerte como pudo:
-"¡En verdad que les voy a dar todo, sólo extiendan las manos!"-
La criada, que estaba escuchando, oyó eso claramente, y saltó de la cama y fue a la puerta. Los ladrones volaron, corriendo como si los persiguiera el Cazador Salvaje, pero como la criada no podía ver nada, fue a encender una luz. Cuando volvió con la luz, Pulgarcito, sin que fuera percibido, se fue al granero, y la criada, después de examinar cada rincón y no encontrar nada, se acostó de nuevo en su cama, y pensó, que después de todo, sólo había estado soñando con los ojos y oídos abiertos.
Pulgarcito había escalado en el heno y encontró un lindo lugar donde dormir. Allí intentó descansar hasta el amanecer, y luego regresar a casa donde sus padres. Pero debía pasar por otras cosas. 
¡De veras que hay mucha aflicción y miseria en este mundo! Cuando el sol salió, la criada se levantó de su cama para ir a alimentar las vacas. Su primera caminata fue dentro del pajar, donde ella tomó una paca de heno, y precisamente era en la que Pulgarcito dormía. Sin embargo, él estaba tan profundamente dormido que no se dio cuenta de nada, y no se despertó hasta que estuvo en la boca de la vaca, que lo había tomado junto al bocado de heno. 
-"¡Oh cielos!"- gritó el, -"¿Cómo sería que llegué hasta este molino?"-
Pero inmediatamente descubrió donde estaba. Entonces fue necesario tener mucho cuidado, no fuera a caer entre los dientes y ser descuartizado, pero inevitablemente fue forzado a resbalar dentro del estómago junto con el heno.
-"En esta habitación olvidaron las ventanas"- decía, -"y el sol no brilla, y ni siquiera hay una candela"- 
El cuarto no le era nada placentero, y lo peor era que, más y más heno entraba por la puerta, y el espacio se reducía más y más. Entonces, confundido en su angustia, gritó tan fuerte como pudo:
-"¡No quiero más hierba, no quiero más hierba!"-
La criada estaba en ese momento ordeñando la vaca, y cuando oyó que alguien hablaba, y no vio a nadie, y acató que era la misma voz que había escuchado en la noche, se aterrorizó tanto que saltó de su banquillo y desparramó la leche. Corrió ella donde su patrón, y dijo:
-"¡Por los cielos, pastor, la vaca está hablando!
-"¡Estás loca!"- respondió el pastor. 
Pero decidió ir él personalmente a ver que era lo que pasaba allá. Y no terminaba de llegar cuando Pulgarcito gritó de nuevo:
-"¡No quiero más hierba, no quiero más hierba!"-
Entonces el mismo pastor se alarmó, y pensó que un espíritu endemoniado se había apoderado de la vaca, y ordenó matarla. Y fue matada, pero el estómago, donde estaba Pulgarcito, fue tirado a la basura.
Pulgarcito tuvo gran dificultad en salir del paso, sin embargo tuvo éxito en hacerse de más espacio, pero justo cuando iba sacando la cabeza, una nueva dificultad se presentó. Un lobo hambriento corrió hacia allá, y se tragó el estómago de un sólo bocado. Pulgarcito no perdió el coraje.
-"Quizás"- pensó él, -"el lobo tendrá que oír lo que tengo que decirle."-
Y lo llamó desde adentro de su estómago:
 -"Querido lobo, yo sé de una magnífica fiesta para ti."-
-"¿Y adonde es que va a tener lugar?"-
-"En una casa que te indicaré. Tienes que arrastrarte por el fregadero de la cocina, y encontrarás pasteles y tocino y salchichas, y muchas otras cosas que podrás comer a tu gusto"-, y le describió exactamente la casa de su padre. 
Al lobo no hubo que repetirle eso dos veces, se estrujó lo más que pudo y entró a la casa por el vertedero, y comió hasta quedar contento de gordo. Cuando hubo terminado con todo, quiso salir de nuevo, pero había engordado tanto que no podía usar la misma vía por donde entró. 
Pulgarcito sabía que eso iba a suceder, y ahora comenzó a hacer violentos ruidos en el cuerpo del lobo, y gritaba y gritaba tan fuerte como podía. 
-"¡Haz silencio!"- decía el lobo, -"¡vas a despertar a la gente!"-
-"¿Y qué?"- replicó el pequeñín, -"has comido hasta llenarte, y yo haré también mi fiesta"-
Y una vez más comenzó a gritar con furor. Por fin, su padre y madre fueron despertados por los ruidos, corrieron al cuarto y se asomaron por la ventanilla de la puerta. Cuando vieron que había un lobo adentro, se alejaron, y el esposo trajo su hacha, y la esposa la guadaña.
 -"Ponte detrás"- dijo el hombre cuando entraron al cuarto. -"Cuando yo dé el primer golpe, si no queda muerto, córtalo y divídelo en piezas."- 
Entonces Pulgarcito que oyó las voces de su padre, gritó:
-"¡Querido padre, yo estoy aquí, dentro del cuerpo del lobo!"-
Y dijo el padre lleno de gozo:
-"¡Gracias a Dios que nuestro hijo nos ha encontrado de nuevo!"-
Y le pidió a la mujer dejar la guadaña, para que Pulgarcito no resultara herido. El hombre levantó su brazo, y dio tan certero golpe a la cabeza del lobo que éste cayó muerto. Entonces trajeron navajas y tijeras, cortaron su cuerpo y sacaron al pequeñín para afuera.
-"¡Ah!"- dijo el padre, -"que preocupación hemos tenido pensando en tu suerte."-
-"Sí padre, anduve por el mundo en tantas situaciones. ¡Gracias al cielo, ya respiro aire fresco de nuevo.!"-
-"¿Dónde estuviste, entonces?"-
-"Ay padre, estuve en una cueva de ratones, en el estómago de una vaca, y luego en el de un lobo. Ahora ya estaré con ustedes."-
-"Ya no te volveremos a vender, ni por todas las riquezas del mundo"- dijeron sus padres.
Y abrazaron y besaron a su amado Pulgarcito. Le dieron de comer y beber, y lo vistieron con trajes nuevos que habían hecho para él, pues los que llevaba se estropearon en su viaje.
Enseñanza:
Ningún tesoro puede sustituir lo que se ama profundamente.







Las Migajas en la Mesa






Un campesino dijo un día a sus mascotas:
-"Vengan al comedor y disfruten, coman de todas las migajas de pan que hay en la mesa. La señora ha salido a cumplir con algunas visitas."- 
Entonces las pequeñas mascotas dijeron:
-"No, no. No iremos. Si la señora lo llega a saber, nos castigará."-  
-"Ella no sabrá nada de esto."- dijo el campesino. - "Vengan, después de todo ella nunca les da nada bueno."-
Y los perritos, meneando sus cabecitas, dijeron de nuevo:
-"Nopi, nopi,  no iremos. Dejaremos eso donde está."-
Pero el campesino no los dejaba en paz, hasta que al fin fueron, subieron a la mesa y comieron todas las migajas que pudieron. Pero en ese momento llegó la señora, y revoloteó un pequeño látigo con gran destreza y los castigó severamente. Cuando salieron sollozando de la casa, los perritos  dijeron al campesino:
-"¡Uh, uh, uh! ¿Viste...?"-
El campesino se rió y dijo:
-"Ji, ji, ji. ¿Y no era eso lo que esperaban...?   
Y a ellos no les quedó más que salir corriendo.
Enseñanza:
 Cuando se rompe el reglamento, enseguida viene el lamento.






El Hijo Ingrato


  


Un hombre y su esposa, estaban sentados en el corredor, a la entrada de su casa, y tenían en su mesa un delicioso pollo asado para comerlo juntos. En eso el hombre vio que su anciano padre se acercaba, y rápidamente tomó el pollo y lo escondió, para que el anciano no pudiera coger nada de él. El viejito llegó, tomó una bebida y se marchó. 
Entonces el hijo quiso poner de nuevo el pollo en la mesa, pero cuando fue a cogerlo, lo que había era un enorme sapo, que se le lanzó a su cara y se quedó allí, y nunca se le despegó, y si alguien intentaba quitárselo, lo miraba maliciosamente como si estuviera a punto de lanzársele a su cara, así que nadie se aventuraba a tocarlo. Y el ingrato hijo quedó obligado a alimentar al sapo todos los días, porque si no él se alimentaba de su cara. Así, por su ingratitud. el  hombre no volvió a tener descanso en su vida.
Enseñanza:Siempre se debe respetar a padre y madre.











Los Músicos de Bremen








Un cierto hombre tenía un burro, con el cual transportó infatigablemente los sacos de maíz al molino durante muchos años, pero la fuerza del burro ya decaía, y cada día se le hacía más difícil cumplir la tarea. Entonces el hombre comenzó a considerar que tendría que deshacerse del burro. Pero el burro, sintiendo que no soplaban buenos vientos, se escapó y tomó el camino rumbo a Bremen.
-"Ahí"- pensó el burro, -"podré ser un músico de pueblo."-  
Cuando había recorrido alguna distancia, se encontró a un perro de caza echado en el camino, cansado y jadeando como quien corrió hasta más no dar. 
-"¿Por qué estás jadeando tanto, compañero?"- preguntó el burro. 
-"¡Ah!"- replicó el perro, -"como ya estoy viejo, y cada día me pongo más débil, y ya no puedo cazar como antes, mi patrón quiere terminar conmigo, así que me escapé soplado. Pero ahora, ¿cómo haré para ganarme mi pan?"-
-"Te diré una cosa"- dijo el burro, -"yo voy hacia Bremen, y voy a hacerme músico de pueblo, ven conmigo y hazte también un músico. Yo tocaré la flauta y tú golpearás el tambor"-
El perro aceptó y avanzaron hacia Bremen. 
Al cabo de un rato encontraron un gato sentado en el camino, con una cara como de tres días de ayuno.
-"Y ahora, viejo maullador, ¿qué ha estado mal contigo?"- le preguntó el burro.
-"¿Quién podría sentirse contento cuando tiene una soga en el cuello?"- contestó el gato. -"Porque ahora que me estoy poniendo viejo, y mis dientes ya no muerden bien, y prefiero estar sentado junto al fogón bien acurrucado en vez de andar detrás de algún raton, mi ama desea echarme lejos, por lo que decidí huir primero. Pero ahora los buenos consejos están escasos. ¿Hacia donde podré ir?"-
-"Ven con nosotros a Bremen. Tú sabes mucho de cantos nocturnos, podrás ser un buen músico de pueblo."-
El gato lo pensó muy bien y decidió irse con ellos.    Al cabo de un rato, los tres fugitivos llegaron a una granja, donde el gallo se había sentado sobre el portón, cantando a lo más que podía. 
-"¡Qué modo de cantar!"- le dijo el burro. -"¿Qué te sucede?"-
-"Yo he estado pronosticando buen tiempo, porque es el día en que nuestra Señora lava la ropita del pequeño Niño, y ella quiere que se seque."- dijo el gallo, -"pero para el domingo vendrán invitados, por lo que la patrona no tendrá piedad, y le ha dicho a la cocinera que quiere comerme en sopa. Y para esta tarde ya habrán cortado mi cabeza.    Por eso ahora estoy cantando a lo que más doy, mientras pueda."-  
-"Ah, pero cresta-roja"- dijo el burro, -"mejor vienes con nosotros. Vamos hacia Bremen. Encontrarás algo mejor que ser cocinado, ya que tienes muy buena voz, y si nosotros hacemos la música juntos, será de buena calidad."-
El gallo estuvo de acuerdo con el plan, y los cuatro marcharon juntos. Sin embargo no alcanzaron a llegar a Bremen ese mismo día, y al atardecer llegaron a una foresta donde pensaron pasar la noche. El burro y el perro se echaron bajo un gran árbol, el gato y el gallo se subieron a las ramas, pero el gallo decidió volar hasta la cumbre, donde se sentía más seguro. Antes de irse a dormir, el gallo miró para todo lado, y le pareció ver en la distancia un pequeño resplandor, así que llamó a sus compañeros diciendo que debería de haber una casa no muy lejos, pues ha visto su luz. El burro dijo:
-"Si es así, mejor nos levantamos y vamos hacia allá, pues el refugio de aquí no es nada bueno"-
El perro pensó que unos pocos huesos con algo de carne le caerían muy bien.
Así es que se fueron en la dirección de aquella luz, y pronto la vieron brillar más fuertemente y más grande, hasta que llegaron a una bien iluminada casa de ladrones.  







El burro, por ser el más grande, fue a asomarse a la ventana.
-"¿Qué es lo que ves, mi caballo gris?"- preguntó el gallo.
-"¿Qué es lo que veo?"- respondió el burro, -"una mesa repleta de buenas cosas para comer y beber, y ladrones sentados disfrutando de todo eso."-
-"Eso es exactamente lo que necesitamos"- dijo el gallo.
-"¡Sí, sí, y cómo me gustaría que estuviéramos allí!"- comentó el burro.
Entonces los animales se reunieron para planear como sacar a los ladrones de la casa, y al rato concibieron un plan. El burro se pararía en la ventana, con sus patas delanteras apoyadas en el marco, el perro se subiría en la espalda del burro, el gato iría sobre el perro, y por último el gallo quedaría encima de la cabeza del gato.
Cuando eso estuvo hecho, a una señal ellos empezarían a hacer su música juntos: el burro rebuznando, el perro ladrando, el gato maullando, y el gallo cantando. Entonces se resbalaron sobre la ventana, quebraron el vidrio y cayeron dentro de la habitación. Con semejante horrible ruido, los ladrones se levantaron como un resorte, pensando solamente que un fantasma había llegado, y corrieron velozmente y con gran nerviosismo y se internaron en el bosque. 
Y ahora, los cuatro viajeros se sentaron a la mesa, muy contentos con lo que había quedado, y comieron como si fueran a estar en ayunas por un mes.  
Una vez satisfechos los cuatro, apagaron la luz, y cada uno buscó un lugar donde acomodarse adecuadamente a su condición natural. El burro se echó sobre unas pajas en el patio, el perro detrás de la puerta, el gato sobre el borde la chimenea, cerca de las cenizas tibias, y el gallo se subió sobre una viga del techo, y cansados como estaban, pronto se durmieron.
Pasada la media noche, los ladrones notaron que la luz ya no estaba encendida en la casa, y se veía tranquila, por lo que el capitán dijo:
-"No debemos dejarnos asustar por nuestra imaginación"-, y ordenó a uno de ellos que fuera a examinar la casa.
El mensajero fue encontrando todo quieto, fue a la cocina a encender una candela, y creyendo que los brillantes ojos del gato eran carbones vivos, encendió un fósforo para alumbrarlos. Pero el gato no comprendía el asunto, y se le lanzó a la cara, abofeteándolo y arañándolo. Él quedó terriblemente asustado y corrió a la puerta trasera, pero el perro que estaba allí se levantó y le mordió su pierna, y cuando corría por el patio, por donde estaba la paja, el burro le dio una certera patada. El gallo, que se había despertado por el ruido, y ya con plena conciencia, cantó desde la viga:
-"¡Quí qui ri kííí...!"-
Y así, el ladrón regresó corriendo y cojeando, lo más rápido que pudo donde el capitán, y dijo:
-"¡Uy!, hay una espantosa bruja metida en la casa, que me abofeteó y me arañó la cara con sus largas uñas, y por la puerta había un hombre con un puñal, que me lo clavó en la pierna, y en el patio había un monstruo negro que me golpeó con un palo de madera, y encima, sobre el techo, estaba un juez que gritaba:
-"¡Tráemelo aquííí...!-, así que me largué tan rápido como pude.
 Después de todo aquello, los ladrones ya no confiaron más en esa casa, pero les quedó tan bien a los músicos de Bremen, que ya no quisieron salir de ella nunca más. Y la boca de quien contó de último esta historia, está aún tibia.
 Enseñanza:
Nunca hay que despreciar a quienes después de haber dado todo su esfuerzo en su vida, llegan a la natural vejez.






Un Cuento Enigmático


  




Tres mujeres fueron convertidas en flores y colocadas en el campo del jardín, pero a una de ellas le fue permitido que durante las noches podía estar en su casa como humana. Entonces, una noche, cuando ya se acercaba el día y tendría que volver a ser flor otra vez, ella le dijo a su esposo:
-"Si cuando vuelves más tarde vienes al jardín y me arrancas, quedaré libre y podré estar siempre contigo."-
Y él así lo hizo. 
Ahora, la pregunta es: -¿Cómo supo el esposo cuál era la flor correcta, si todas se veían exactamente igual, sin ninguna diferencia en su forma?
Respuesta: Como ella pasaba la noche en su casa y no en el jardín, no había entonces rocío sobre ella como sí lo había sobre las otras, y así, el esposo supo cuál era la que debía tomar.
Enseñanza:
Una adecuada observación, da una correcta solución.









Los Siete Cuervos


  





Había una vez un hombre que tenía siete hijos, y no tenía ninguna hija, aunque deseaba tener una. A los días su esposa le dio la noticia de la próxima llegada de un nuevo hijo. Y sucedió que por fin fue una niña. La dicha fue inmensa, pero la niña era pequeña y enfermiza, y tuvieron que bautizarla privadamente por motivo de su debilidad. El padre envió a uno de sus muchachos con una jarra a que fuera de prisa al pozo para que trajera agua para el bautizo. Los otros seis lo acompañaron, y como cada uno quería ser el primero en llenarla, discutiendo se les cayó la jarra en el pozo.  
Se quedaron paralizados, y no sabían que hacer, y ninguno quería volver a la casa. Como ellos no retornaban, el padre se impacientó y dijo:
-"¡De seguro se quedaron jugando y olvidaron su deber, esos irresponsables muchachos!"-
Él se atemorizó tanto de que la niña muriera sin ser bautizada, que en su angustia gritó:
-"¡Desearía que todos esos muchachos se convirtieran en cuervos!"- 
No había terminado de pronunciar esas palabras cuando escuchó un escandaloso ruido de alas en el aire sobre su cabeza, miró hacia arriba y vio a siete negros cuervos alejándose. Los padres no podían creer aquello, y muy tristes con la pérdida de sus siete hijos, se consolaban con la existencia de su pequeña hija, que pronto se restableció y fue creciendo sana y bondadosa.  
Por un largo tiempo, ella no supo que tenía hermanos, pues sus padres se cuidaban de no mencionarlo en su presencia. Pero un día, accidentalmente escuchó a otra gente hablando de ella:
-"Que la  muchacha era ciertamente encantadora, pero que en realidad era la culpable de la mala fortuna que habían tenido sus siete hermanos."-  
Entonces ella se sintió acongojada, y fue donde sus padres y preguntó si era cierto que ella tenía hermanos, y que qué había sido de ellos. Los padres no pudieron ocultar más el secreto, pero que lo que les había sucedido a sus hermanos fue la voluntad del cielo, y que su nacimiento solamente fue una causa inocente de aquello.
Pero la joven tomó todo eso a pecho diariamente, y pensó que tenía que salvar a sus hermanos. Ella no tenía descanso ni paz hasta que secretamente se fue, y salió hacia el ancho mundo para encontrar la pista de sus hermanos y liberarlos, le costara lo que fuera. No llevaba nada con ella, a excepción de un pequeño anillo de sus padres como amuleto, un bollo de pan contra el hambre, una pequeña botella de agua contra la sed y una pequeña silla como provisión contra el cansancio.
Y ella avanzaba continuamente hacia adelante, lejos y más lejos, hacia el puro final del mundo. Y llegó hasta donde el sol, pero era muy caliente y terrible, y devoraba a los niños pequeños. Rápidamente ella corrió, y fue hacia la luna, pero era muy helada, y también horrible y maliciosa, y cuando la vio a ella, dijo: 
-"Me huele, me huele a carne humana."- 
Con eso ella escapó velozmente y llegó hasta las estrellas, que fueron amables y buenas con ella, y cada una de ellas estaba sentada en su propia sillita particular. Pero la estrella matutina se levantó, y le dio el hueso de una pata de pollo, y dijo:  
-"Si tú no tienes ese hueso, no podrás abrir la Montaña de Cristal, y es en esa montaña donde están tus hermanos."-
La joven tomó el hueso, lo envolvió cuidadosamente en una manta, y siguió adelante hasta llegar a la Montaña de Cristal. La puerta estaba cerrada, y pensó que debería sacar el hueso, pero cuando desenvolvió la manta, estaba vacía, y se dio cuenta de que había perdido el regalo de la buena estrella.
¿Qué debería hacer ahora? Ella deseaba rescatar a sus hermanos, y no tenía la llave de la Montaña de Cristal. La buena hermana tomó un cuchillo, cortó uno de sus pequeños dedos, lo puso en la puerta y exitosamente se abrió. En cuanto ella entró, un pequeño enano se le acercó, quien le dijo:
-"Mi muchachita, ¿que andas buscando?"- 



 




-"Busco a mis hermanos, los siete cuervos."- replicó ella.El enano dijo:
-"Los señores cuervos no están en casa, pero si quieres esperar hasta que regresen, pasa adelante."-
Enseguida el pequeño enano trajo la comida de los cuervos, en siete platitos, y siete vasitos, y la pequeña hermana comió una pizca de cada plato, y un pequeñito sorbo de cada vaso, pero en el último vaso dejó caer el anillo que ella había cargado consigo.
De pronto ella oyó el aleteo de alas y un zumbido por el aire, y entonces el pequeño enano dijo:
-"Ahora los señores cuervos están llegando a casa."-  
Y ellos llegaron, y querían comer y beber, y buscaron sus pequeños platos y vasos. Entonces se dijeron unos a otros:
-"¿Quien habrá comido algo de mi plato? ¿Quien habrá bebido algo de mi vaso? Es la huella de una boca humana."-
Y cuando el séptimo llegó al fondo de su vaso, el anillo rodó contra su boca. Entonces lo miró, y vio que era el anillo que pertenecía a su padre y madre, y dijo:
-"Dios nos ha otorgado que nuestra hermana pueda estar aquí, y entonces quedaremos libres."-
Cuando la joven, que se había quedado observando detrás de la puerta, escuchó el deseo, avanzó hacia adelante, y en ese instante los cuervos retornaron a su forma humana de nuevo. Y se abrazaron y besaron, y regresaron felizmente a su casa.
Enseñanza:
Nunca debe de tomarse determinaciones, ni hacer amenazas, bajo un estado de enojo.