En una pequeña aldea apartada del bullicio de las grandes ciudades, vivían un travieso perro y un lindo borriquillo, dos buenos amigos que compartían un mismo dueño. Aunque la mayor parte del tiempo disfrutaban de la vida del campo, a veces iban a la gran ciudad con su amo; allí visitaban el mercado para vender los alimentos que producía la granja y las verduras y frutas frescas que habían recogido de la huerta. Cuando realizaban estos viajes, el asno llevaba sus alforjas repletas de frutas jugosas y verduras tiernas, que eran muy requeridas por los ciudadanos. A mitad del camino, el dueño paraba unas horas para descansar. Mientras que el dueño dormitaba plácidamente , el perro juguetón correteaba entre las flores de las praderas persiguiendo mariposas que revoloteaban en las orillas de un riachuelo, y el borriquillo pacía alegremente en aquellos hermosos prados; también le gustaba retozar y jugar con su buen amigo.
En una ocasión, el perro cansado de jugar, se sintió hambiento. Al ver que su dueño seguía durmiendo se acercó al asno y el dijo: Agáchate, amigo, y déjame que pille de la alforja algún bocado, que llevo muchas horas sin comer nada. El asno, aunque quería dárselo, pensó que a su dueño le molestaría que su amigo el perro cogiera algún alimento sin el permiso de su dueño, y por ello no se lo permitió. Entonces su amigo el perro se quedo muy triste y se alejó un poco de su amigo el asno, el asno siguió paciendo en el prado, cuando de repente, cerca de el, apareció un logo hambriento que salía del bosque. El asno, temeroso, estiró sus orejas y se quedó inmóvil temblando de miedo, cuando pudo recuperar el aliento empezo a gritar llamando pidiendo auxilio a su compañero. Ninguno sabía qué hacer.
Diciéndole:
- ¡Ven, amigo mío!
- Ven y ayúdame que un lobo me está atacando...
-Llama al amo que nos ayude..
- Pero el dueño estaba un poco lejos, y no los oía
El perro y el asno
El perro aunque también le tenía mucho miedo al lobo, al ver a su amigo en peligro y muy apurado, ladró con tanta rabia que el lobo escapó acobardado.
Y así salvó el valiente perro a su amigo el asno, a pesar de no haberle dejado probar ni un bocado.
Al despertar su amo, el asno le contó todo lo sucedido, y su dueño como premio le dío el mejor bocado que llevaban, y le agradeció que salvará a su amigo el asno y todos los alimentos que llevaba.
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