lunes, 15 de diciembre de 2014

El hueso cantante

El hueso cantante   

En cierto país lejano había una vez gran lamentación por un jabalí que arrasaba los campos de los agricultores, mataba el ganado y destrozaba los cuerpos de las personas con sus colmillos. El Rey prometió una gran recompensa a cualquiera que quisiera liberar su tierra de esta plaga, pero la bestia era tan grande y fuerte que nadie se atrevía a acercarse al bosque en el cual él  vivía. Por fin, el rey dio aviso de que todo aquel que capturara o matara al jabalí tendría a su única hija por esposa.
Vivían en ese entonces en el país dos hermanos, hijos de un pobre hombre, que se declararon dispuestos a acometer la peligrosa empresa. El mayor era astuto, sagaz, y orgulloso. El más joven era sencillo e ingenuo, de gran corazón. El rey dijo:
-"A fin de que ustedes puedan tener más seguridad de encontrar a la bestia, entrarán al bosque por lados opuestos."-
Así entró el mayor por el lado oeste, y el más joven por el este.
En cuanto el más joven había avanzado un poco, un pequeño hombre se acercó a él. Tenía en la mano una lanza negra y le dijo: 
-"Te doy esta lanza, porque tu corazón es puro y bueno; con esto podrás atacar con valentía al jabalí, y no te hará ningún daño."-
Dio las gracias al pequeño hombre, cargó con la lanza, y continuó sin miedo.
En poco tiempo vio a la bestia, que se abalanzó sobre él, pero él apuntó la lanza hacia el jabalí, y éste, en su furia ciega corrió con tanta rapidez en su contra que su corazón quedó partido en dos por la lanza. Luego el joven montó al monstruo en la espalda e inició su regreso donde el rey.
Al salir al otro lado del bosque, encontró a la entrada una casa donde la gente estaba haciendo fiesta con vino y baile. Su hermano mayor, que se había quedado allí pensando que después de todo, el jabalí no se alejaría, iba a beber hasta sentirse exhausto. Pero cuando vio a su hermano menor que salía del bosque con su carga, su envidioso y mal corazón no le dio paz. Él le gritó:
-"¡Ven, querido hermano, descansa y refréscate con una copa de vino!"-
El joven, quien no sospechaba nada malo, fue y le contó acerca del pequeño hombre que le había dado la lanza con la que había dado muerte al jabalí.
El hermano mayor lo mantuvo allí hasta la noche, y después se marcharon juntos. Cuando en la oscuridad, llegaron a un puente sobre un arroyo, el hermano mayor dejó que el otro fuera de primero, y cuando estaban a mitad del puente le dio un fuerte golpe por detrás dejándolo muerto. Lo enterró bajo el puente, tomó al jabalí, y lo llevó al rey, fingiendo que él lo había matado, con lo cual obtuvo a la hija del rey en el matrimonio. Y como su hermano menor no regresaba, dijo,
-"El jabalí debe haberlo matado"-, y todo el mundo lo creyó.
Pero como nada permanece oculto ante Dios, este malvado hecho también iba a venir a la luz.
Años después, un pastor que conducía su rebaño a través del puente, vio abajo sobre la arena, un pequeño hueso blanco como la nieve. Pensó que sería una buena boquilla, por lo que bajó, lo recogió, e hizo con él una boquilla para su cuerno. Pero sucedió  que cuando sopló a través de él por primera vez, para gran sorpresa suya, el hueso inició  por su cuenta a cantar:
-"¡Ah, amigo, tú soplaste sobre mi hueso!
Por largo tiempo he permanecido junto al agua;
Mi hermano me mató por el jabalí,
Y tomó por esposa a la joven hija del rey."-
-"¡Que cuerno tan maravilloso"-, dijo el pastor, -"que canta por sí mismo, tengo  que llevarlo a mi señor el rey!"-
Y cuando llegó con él al rey, el cuerno de nuevo comenzó a cantar su canción. El rey lo entendió todo, y mandó a mover la tierra bajo el puente para ser investigado todo, y entonces el esqueleto del hombre asesinado salió a la luz. El perverso hermano no  podía negar el hecho, y fue encarcelado varios años, y luego expulsado del reino sin más haber que lo que tenía puesto encima. Su matrimonio fue anulado y la hija del rey casó de nuevo con un magnífico príncipe vecino. Y los huesos del hombre asesinado fueron sepultados en una tumba hermosa en el cementerio.
Enseñanza:
Cuando la envida y la maldad se mezclan, su desdichado producto, tarde o temprano, saldrá a luz y será certeramente juzgado y castigado.
  


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