En tiempo de invierno, cuando la nieve es profunda sobre la tierra, un muchacho pobre fue obligado a salir en un trineo para traer madera. Cuando él había juntado la madera, y la había embalado, él deseó, pues se sentía tan congelado con el frío, en no irse a casa inmediatamente, sino encender un fuego y calentarse él mismo un poco. Entonces raspó y puso lejos la nieve, y cuando limpiaba así la tierra, encontró una llave diminuta, de oro.
En ese momento él pensó que allí donde estaba la llave, lo que ella protegía debería estar también, y excavando en la tierra encontró un pequeño cofre de hierro.
-"¡Si la llave encajara!", pensó él; "sin duda habrá cosas preciosas en esta pequeña caja."-
Él giró el cofrecito y buscó en todas las orillas de la caja, pero ningún ojo de cerradura encontró. Siguió buscando y buscando con mucha esperanza y constancia, y por fin descubrió uno, que estaba tan bien disimulado que era apenas visible. Él metió la llave, y ella encajó exactamente. Y la giró una vez y ..., y ahora debemos esperar hasta que lo haya abierto completamente, y haya subido la tapa, y será entonces cuando sabremos que maravillosas cosas estaban en aquella caja.
Enseñanza:
La esperanza y la constancia llevan a buen destino.
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